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Artículo de opinión del consejero de Medio Ambiente sobre la reintroducción del oso pardo en el Pirineo

sábado, 19 de febrero de 2005

El consejero de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda, José Andrés Burguete Torres, ha hecho público el siguiente artículo de opinión:


Reintroducción del oso pardo: necesidad de participación y consenso


La historia no consuela, pero enseña a no repetirla


Hasta el siglo XVI, el oso pardo habitaba en gran parte de las principales masas boscosas de la Península Ibérica. La población de oso del Pirineo y de la Cordillera Cantábrica formaba una unidad biogeográfica continua hasta el siglo XVIII, pudiéndose asegurar que hasta mediados del XIX, el oso pardo era una especie abundante en todo el Pirineo. Pero las cosas ya empezaban a complicarse. A finales de ese siglo y principios del XX, se produjo la extinción en la vertiente meridional de la población pirenaica centro-oriental. En nuestra Comunidad, el oso pardo ocupó en tiempos históricos grandes áreas de la montaña, allí donde el habitat le era más favorable, contándose en la primera mitad del siglo pasado con una población osera en área continua desde la Selva del Iratí hasta la frontera con Francia y Aragón. No hace falta añadir más datos de la actualidad del plantígrado en nuestra tierra, porque son suficientemente conocidos.


Sería motivo de un exhaustivo informe, el analizar los motivos por los que los osos desaparecieron de nuestras montañas. La agricultura, la ganadería, los aprovechamientos forestales, los furtivos y el propio desarrollo humano han hecho que la especie pueda vanagloriarse de que sus ejemplares son auténticos trofeos de supervivencia llegándose incluso a la errónea conclusión de que a la sociedad le importa muy poco la suerte de los plantígrados. Craso error compulsado por la celeridad con la que se han puesto en marcha los planes para la reintroducción, debido principalmente a la alarma social creada.


Algunas críticas leídas en los periódicos, firmadas por políticos que alardean de "aparentismo medioambiental", pero que hace mucho tiempo "hibernaron" su puesta al día de los asuntos de los que pretenden entender, acusan al Gobierno de Navarra de cumplir mal la ley y limitarse a pagar ayudas "de vez en cuando" a los ganaderos. Es bochornoso observar como un legítimo representante del pueblo admite que una ley se puede cumplir mal; no, la ley o se cumple o se incumple, pero cumplir mal es "tocar de oído y afinar desafinado". Y respecto a las ayudas, somos la Comunidad Autónoma europea que más ayudas concede a los agricultores, ganaderos, explotaciones forestales, llegando incluso a exigir mención de incidencias para la población osera y su hábitat en los trámites de Evaluación de Impacto Ambiental.


Especie catalogada en peligro de extinción


El Oso Pardo (Urdus Arctos) es una especie catalogada en peligro de extinción tanto por el Decreto Foral 563/1995, de 27 de noviembre, en lo que se refiere a Navarra, como por el Real Decreto 439/1990, de 30 de marzo, por el que se aprueba el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, en cuanto al ámbito territorial del Estado. Asimismo, en el ámbito europeo, la Directiva 92/43/CEE, de 21 de mayo de 1992, del Consejo, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, considera esta especie como de interés comunitario para cuya conservación es necesario designar zonas especiales.


El artículo 16 de la Ley Foral 2/1993, de 5 de marzo, de protección y gestión de la fauna silvestre y sus hábitats, establece que las especies catalogadas en peligro de extinción deberán contar con un Plan de Recuperación, por lo que se hace preciso dotar al oso pardo de dicho Plan. Mediante Orden Foral 64/1995, de 25 de septiembre, el Consejero de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda sometió a exposición pública el proyecto del Plan de Recuperación del oso pardo por un período de un mes, que fue posteriormente ampliado hasta el 31 de diciembre de ese mismo año.


Durante los meses de enero y febrero de 1996, el Departamento de Medio Ambiente dirigido por mi compañero de partido Javier del Castillo y seis de los siete municipios que integran la Junta del Valle del Roncal, mantuvieron un positivo proceso de diálogo y negociación respecto al contenido del Plan, cuyo resultado dio origen a un texto aprobado por el Gobierno de Navarra el 1 de julio de 1996, habiendo sido refrendado el 20 de junio de ese mismo año, por el Consejo Navarro de Medio Ambiente.


El Decreto Foral 268/1996 de 1 de julio, publicado en el B.O.N. el 2 de agosto, recogía que el Plan de Recuperación del Oso Pardo en Navarra era la concreción de un conjunto de actuaciones apropiadas para actuar sobre los factores adversos que inciden, o han incidido, sobre el proceso de regresión del oso pardo en Navarra, de modo que se pueda lograr su conservación y la de sus hábitats naturales, y recogía la cuantía de las indemnizaciones que debían cubrir los desperfectos imputados a los plantígrados.


La orden foral de 2004 y las ayudas a la ganadería


El 13 de febrero de 2004, el Consejero que este artículo suscribe, firmó la Orden Foral 152/2004, por la que actualizaba el régimen de compensación y el baremo de indemnización por la presencia del oso pardo en la Comunidad Foral. En el texto de esa Orden Foral, se decía entre otras cosas que la conservación de esa especie en el Pirineo depende de dos estados, tres comunidades autónomas españolas y varios departamentos franceses, por lo que un nuevo Plan de recuperación se debe hacer de forma coordinada, por lo que si bien se trabaja en ello, no es posible definirlo con suficientes garantías.


En este punto, me parece interesante reseñar que este Consejero no tuvo conocimiento por ninguna autoridad medioambiental francesa cuando estas decidieron la reintroducción del oso. Por otra parte, y hablando de España, el tema no constaba en el orden del día de la reunión sectorial de Consejeros de Medio Ambiente celebrada en Santander a los últimos días de enero. Fue la sugerencia navarra de crear un Comité Técnico la que originó llamadas de otros Consejeros preocupados por el tema y por la evidente falta de coordinación a la hora de tomar decisiones tan importantes de cara al futuro.


Se me acusa de considerar al oso sólo como un problema económico, y si bien creo haber dado muestras de que el tema presupuestario es un dato a tener muy en cuenta pero que existen otras razones medioambientales que deben ser consideradas, quiero recordar sucintamente que los daños ocasionados por "nuestro" oso Camille supusieron para las arcas forales en al año 2003, 7.633 euros como indemnizaciones y 71.217 como compensaciones, mientras que a fecha noviembre 2004, las indemnizaciones llegaban a los 9.366 euros y las compensaciones a 68.853 euros. A nadie se le escapa que estamos manejando cifras muy importantes, que bien pudieran multiplicarse si los ejemplares a introducir causan los mismos deterioros. Nadie está hablando de no importar osos por causas presupuestarias, yo me limito a exponer que deben contemplarse otros presupuestos si eso se produce, y estudiar al mismo tiempo otras posibles fuentes de financiación para que los ganaderos sigan percibiendo las mismas cuantías.


Por fin, reina la coordinación


Al final, se ha impuesto la lógica. El día 11 de febrero se celebró en Barcelona una reunión a la asistieron representantes de alto nivel de todos los estamentos implicados. España, Francia, Andorra, Navarra, Cataluña y Aragón han creado un comité científico en el que primero hablarán los técnicos y después los políticos, sin olvidar los análisis presupuestarios. Y existe voluntad de que el oso vuelva a poblar nuestros bosques, pero siendo conscientes de los efectos menos deseados que ello entraña. Efectos con la caza, con las zonas acotadas como hábitat, con las expectativas turísticas que pueden no cumplirse, con los ganaderos y los agricultores. Es cierto que son muchos los colectivos que apuestan por la reintroducción del oso pardo, y a poco que las condiciones lo permitan, debemos consensuarlo y sin romper el equilibrio ecológico de las zonas afectadas, ponernos en marcha. Si es imposible hacerlo con ejemplares autóctonos, hagámoslo con alóctonos, ya sean eslovenos o croatas pero escuchando al mismo tiempo a aquellos que, como los habitantes del Valle de Arán, no están de acuerdo con la reintroducción y reivindican su legítima participación en este proceso.


Francia, que el mismo día que se celebraba la reunión de Barcelona mantenía un encuentro en Toulouse de sus representantes medioambientales regionales y los del Gobierno Central para aclarar puntos de vista dispares, quiere que este otoño, nuevas osas pueblen los Pirineos. Por ley de vida nuestro viejo Camille nos puede dar un susto cualquier día y es necesario tenerlo previsto. Teniendo en cuenta la opinión de todos los sectores implicados pero sin aparentismos medioambientales, negando sin argumentos lo que se nos reconoce en toda Europa, queriendo hacer que la pandereta suene para que baile el oso, sin darse cuenta que el oso no conoce otro pentagrama que el que le silba el viento cada amanecer.



Está fuera de toda duda, los efectos positivos que podría generar la reintroducción del oso desde el punto de vista medioambiental, la biodiversidad y desde el punto de vista turístico. Pero con tanto empeño debemos de valorar, para minimizar, los efectos menos positivos que esa reintroducción entraña.


Admitamos, ya para terminar, que cuando las circunstancias se ven alteradas de improviso por un hecho tan lamentable como la muerte de Canelle, rompiéndose además el delicado equilibrio biológico en el que se mueve el oso pardo, las decisiones deben tomarse bajo los análisis técnicos más consensuados, los presupuestos más asumibles y un cronograma ajustado a la gravedad del problema, sin crear falsas expectativas y sin caer en falacias demagógicas en las que siempre el papel perverso está adjudicado de antemano al representante de la Administración Foral, en este caso al Consejero de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda del Gobierno quien firma estas líneas.



José Andrés Burguete Torres
Consejero de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda


Gobierno de Navarra

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